domingo, 26 de mayo de 2013

El lenguaje político

Hola a todos; para empezar con el punto que voy a tratar conviene hacer una breve introducción de lo que podemos considerar el lenguaje político y así acotar sus límites.

Como es propio de una actividad social concreta, genera su propio sistema lingüístico como el resto de lenguajes sectoriales (médicos, legales…), los factores básicos son que generan su propio léxico, uso de préstamos lingüísticos, uso de neologismos, etc. Una de las diferencias más palpables con respecto a las otras jergas profesionales es que hace un uso repetido de la función apelativa, pues con sus exposiciones y discursos intentan manipular o guiar al receptor-electorado para conseguir un respaldo de sus intereses personales (o de sus partidos). Otro punto a destacar es su casi permanente presencia en los medios de comunicación de nuestra sociedad con la consiguiente penetración en todas las capas sociales.

En lo referente al léxico político podemos decir que cualquier palabra o locución perteneciente a cualquier ámbito es susceptible de incorporarse a dicho léxico, pues éste no es muy abundante ni reciente.



Podemos observar un cambio evidente en el antes y después de la transición democrática en España.
Al comienzo de nuestra joven democracia el léxico político se basaba en componentes sintácticos precisos con alta carga de contenido ideológico, donde no había espacio para la ambigüedad. Los discursos políticos estaban dirigidos a sectores sociales que estaban muy marcados por unas doctrinas bien definidas, y los términos que se usaban más frecuentemente eran aquellos que hacían referencia a grupos ideológicos concretos: “fascistas”, “comunistas”, “rojos”, “nacionales”… así como “revolucionario”, “campesinado”, etc.

De ese “despertar” hasta nuestros días, el lenguaje político ha evolucionado sobremanera, de modo que ha pasado de un lenguaje de la ideologización al de la tecnificación, que ha traído consigo la ambigüedad, mayor oscuridad, y unas estructuras sintácticas más complejas. Esto también tiene su parte positiva, pues ha abandonado los términos simplistas que son usados por los lenguajes de regímenes totalitarios y que buscan una reacción emocional.

En conclusión, hemos pasado de un discurso político que incitaba a iniciar revueltas en diferentes ámbitos (militares, sociales, políticos…) con fines ideológicos a discursos que buscan manipular y confundir a un electorado pasivo en busca de unos intereses con fines partidarios o particulares.


En esto podemos reducir de qué se trata el lenguaje político; veremos más adelante sus diferentes usos y funciones.

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